La construcción y el mantenimiento de vínculos de pareja positivos es una tarea que enfrenta bastantes dificultades y requiere la puesta en marcha (por ambas partes) de diferentes recursos y considerable esfuerzo. Este artículo trata de ofrecer algunas claves para mejorar la comunicación y la calidad de vida de las personas que viven en pareja.
1. Asertividad
La asertividad es un
factor muy importante en la construcción de los vínculos positivos. El respeto
mutuo y la comunicación fluida son elementos esenciales en una buena relación
de pareja. Mantener una comunicación fluida no significa necesariamente hablar
mucho, se trata más bien de generar actitudes en pareja que favorezcan la
sensación de aceptación, respeto, complicidad, cariño, amor…Hay parejas que
pueden hablar mucho sin comunicarse apenas en sentido positivo, mientras que
otras parecen entenderse y disfrutarse con solo mirarse a los ojos. Hablar es
importante, pero comunicarse es fundamental para ser feliz en pareja.
2. Protección del ego y sus
implicaciones
La reacción natural
inmediata ante una crítica es de rechazo. Incluso cuando estos comentarios
negativos estén más que justificados, nuestra reacción más visceral será
defendernos (probablemente con un buen ataque). Es bueno saber que esto le
ocurre a tu pareja, pero también es importante reconocerlo en uno mismo. Para
evitar dinámicas destructivas tenemos que tener cuidado con no despertar a
ninguna de las dos “bestias”, para ser constructivos debemos elegir bien las
palabras, el momento y el lugar.
3.Diferenciar entre comunicación
desde la tranquilidad y comunicación desde el nerviosismo.Modelo del semáforo.
En relación al
anterior punto, es muy útil reconocer que cuando estamos muy alterados podemos hablar
mucho (e incluso gritar), pero en ese estado no tenemos los recursos
suficientes para comunicarnos de manera constructiva. Si te reconoces en esta
situación podrás tomar medidas (como por ejemplo abandonar la habitación o el
contexto de la discusión). Si eres capaz de reconocer estos estados en tu
pareja, podrás intentar distanciarte de los comentarios hirientes, entendiendo
que surgen de la emoción negativa y no de la persona.
El modelo del semáforo
utiliza las distinciones verde-ámbar-rojo como metáfora de estados de ánimo y
activación de emociones negativas. Si eres capaz de hacerte más sensible al
proceso de cambio de “verde” a “ámbar” (en ti mismo y en tu pareja) podrás
tomar medidas para detener los pasos de la secuencia antes de llegar a estados
difíciles de controlar (la luz roja del semáforo).
4. Comunicación verbal y no verbal
Ya hemos diferenciado
entre hablar y comunicarse. Comunicarse es un concepto mucho más amplio y
profundo. Expresiones faciales, gestos, posturas, movimientos…son ejemplos de
comunicación no verbal. Es importante que exista una coherencia entre el
mensaje que expresamos a nivel verbal y el mensaje en el plano no verbal. La
comunicación no verbal se procesa a nivel inconsciente pero tiene más
importancia en nuestra percepción que la verbal. No basta con encontrar las
palabras adecuadas, hay que creer en ellas y en las razones que nos llevan a
pronunciarlas. Puede parecer posible engañar a nivel verbal, pero es casi
imposible controlar todos los aspectos no verbales de la comunicación y que le
pasen desapercibidos a alguien que nos conoce bien.
5. Uso del lenguaje:
relativo-absoluto, flexible-inflexible, constructivo-destructivo,
responsabilidad centrada en mí – responsabilidad centrada en el otro.
Las palabras que
utilizamos para comunicarnos con nosotros mismos o con nuestra pareja van a
configurar una determinada realidad y van a promover ciertas actitudes. Es
importante notar qué ocurre cuando utilizamos expresiones absolutas: “yo
siempre…”, “tú nunca…”;
inflexibles: “…y se
acabó”, “te equivocas…”; destructivas: “me estás amargando la vida”, “eres un inútil”;
centradas en el otro: “deberías
cambiar…”, “si dejaras de hacerme esto…”.
Se producen cambios
significativos al utilizar términos más relativos: “la mayor parte
de las veces”, “en alguna ocasión”; flexibles:
“de momento no me convence pero respeto tus puntos de vista y lo pensaré”;
constructivos: “lo
siento, he tenido un mal día y no me veo capaz de hablar de esto ahora sin
alterarme”,
“creo que podrías decir lo mismo de una manera más suave”;
centrados en mí: “me
siento…cuando tú haces…”, “te entiendo, pero no puedo evitar sentirme…cuando
tú…”.
6. Gestión de las expectativas y
esquemas acerca de uno mismo, del otro y de ambos como pareja.
Cada miembro de la
pareja tiene unas ideas y expectativas acerca de lo que implica estar en
pareja, cómo debe comportarse un novio/a y que expectativas tiene de la otra
persona. Inconscientemente medimos y valoramos a nuestro compañero/a, a
nosotros mismos y a la pareja en global. Los conflictos pueden surgir porque
estamos midiendo aspectos diferentes de la realidad (“dice que le importo
porque ya no sale los viernes, pero yo sé que es mentira, si me quisiera
vendría conmigo a bailar salsa los sábados”), o porque hemos tenido experiencias
familiares diferentes (diferentes culturas familiares generan diferentes
significados, esquemas y expectativas en los roles familiares/de pareja).
7. “Adivinar” el pensamiento del
otro y sus intenciones (activando reacciones de miedo o ansiedad)
Una de las
consecuencias de la falta de comunicación en pareja es la tendencia a
interpretar el comportamiento del otro: en lugar de intentar expresar de forma
saludable nuestras preocupaciones directamente, dejamos que se hagan más
grandes en nuestra imaginación y acabamos reaccionando a sus implicaciones como
si fueran reales. Las consecuencias negativas para el organismo individual que
sufre este fenómeno y para la propia salud de la pareja en global son notables.
8. Comunicación simétrica y
complementaria
Se entiende por
comunicación simétrica aquella en la que ambas partes se intentan colocar al
mismo nivel, coloquialmente podríamos decir que ninguno de los miembros de la
pareja está dispuesto a ceder en un determinado asunto. Se produce una
comunicación complementaria cuando uno de los miembros de la pareja adopta una
posición de sumisión en algún aspecto: cede para adaptarse a la conducta del
otro. Las comunicaciones simétricas constantes llevarían a escaladas de
discusiones sin fin, la comunicación complementaria constante por parte de uno
de sus miembros puede generar patrones de dominación-sumisión que dan
estabilidad a la pareja a costa de su propio bienestar general. Las parejas más
saludables son aquellas en las que se producen escaladas simétricas y ambos
miembros son capaces de asumir un rol complementario para detenerlas. Una
pareja en la que se producen conflictos y discusiones pero se solucionan porque
ambos son capaces de ceder y lo hacen de forma equitativa.
9. Puntuación de la secuencia de hechos.
(“Tú eres quien ataca, yo solo me defiendo”).
La puntuación de la
secuencia de hechos es otro concepto de la pragmática de la comunicación, este
concepto es un ejemplo claro de los beneficios de preguntar “Cómo” en lugar de
“Por qué”. Si preguntas a cualquiera de los miembros de la pareja acerca de
algún conflicto, seguramente te dirá que la razón de su conducta es una
conducta anterior del otro, conducta que a su vez puede estar justificada por
otro comentario/acción del otro…y así podríamos preguntar por qué hasta el
infinito. Lo interesante es cómo cada uno de los miembros puntúa la secuencia
de forma idéntica: poniendo un principio (un comentario/comportamiento del
otro) y un final (mi reacción negativa). Hacer ver a ambos cómo están atrapados
en esa dinámica es mucho más útil que seguir preguntando por qué hasta llegar a
una causa última y definitiva (la lógica circular es más útil en este caso que
la líneal-causal).
10. Esperar que el otro haga lo que
yo necesito sin necesidad de comunicárselo (“Si se lo digo ya no cuenta, tiene
que ser espontáneo”)
Se trata de un
fenómeno muy común en la comunicación de pareja, que genera sensación de rabia
y frustración en ambos miembros. Una de las características principales es que
la situación se configura de tal manera que parece no existir ninguna opción
para generar una alternativa constructiva. Un ejemplo concreto de esta “trampa”
podría ser el siguiente: para él es muy importante que su pareja le diga que le
quiere con frecuencia. Ella se considera cariñosa y no percibe que su pareja
necesite un cambio por su parte. Él se siente mal con la situación e
inconscientemente se lo transmite a ella de forma indirecta enrareciendo la
comunicación. Si él le transmite abiertamente a ella que necesita que le diga “te
quiero” con más frecuencia, impide que ella se lo transmita espontáneamente,
por lo que para él ya no tiene sentido, ya no le vale. En ese momento la pareja
ha llegado a configurar un incómodo esquema lógico, en el que parece no existir
un comportamiento capaz de transformar la dinámica negativa del marco en que
han quedado atrapados.
Después de explicar
brevemente estas claves, nos gustaría aclarar que el conflicto en la pareja no
es necesariamente una señal de que ésta no funciona, es la gestión de dichos
conflictos lo que va a determinar la calidad y estabilidad de la relación. Es
importante tener siempre presente que las discusiones no se ganan convenciendo:
el desenlace no es de suma cero (lo que uno
gana es lo que debe perder el otro). En la mayoría de los conflictos podemos
encontrar desenlaces en los que ambos miembros de la pareja pierden o ambos
miembros de la pareja ganan, por eso el mejor “guerrero” es aquel que evita la
batalla en términos de los juegos de suma cero: convencer al otro de que todo
es culpa suya no es muy constructivo en términos de pareja, aunque alivie
inmediatamente nuestro ego.