domingo, 19 de febrero de 2017

Afrontar el Miedo



De camino hacia el sitio donde se preparaba un suculento banquete en su honor, le dijeron que donde se veía el humo era el lugar de la reunión, pero que ellos se acababan de acordar que habían dejado el hielo y las bebidas en el carro. Le sugirieron que siguiera solo y que ellos lo alcanzarían más tarde. Estas personas habían conseguido tres perros adiestrados para atacar y los habían dejado amarrados por mucho tiempo. Cuando vieron que el monje estaba solo, le dieron la orden al vigilante de que los soltara. Rápidamente, los perros furiosos salieron botando baba por sus bocas, con los ojos chispeantes de rabia y a gran velocidad, hacia donde estaba el monje. Él, al verlos, aspiró profundamente aire por su nariz, los miró fijamente a los ojos e inmediatamente empezó a correr a gran velocidad hacia ellos. Los perros al ver que el monje venía corriendo, frenaron en seco y huyeron asustados.
La explicación era simple. Los perros habían sido adiestrados para atacar y perseguir, más no para que los persiguieran y la única persona que los había perseguido era el adiestrador, cuando los golpeaba y castigaba, pero eso no lo sabía nadie.
Los organizadores del plan, totalmente asombrados, se acercaron hipócritamente y le preguntaron al monje cómo había logrado que los perros se retiraran. Plácidamente, él les respondió: "Mis queridos discípulos, cuando tengan miedo, mírenlo fijo, corran con todas sus fuerzas hacia él y el fantasma del miedo inmediatamente desaparecerá".


La Paz Interior


Una vez un rey ofreció un gran premio al artista que pudiera captar en una pintura la paz perfecta. Muchos artistas lo intentaron. El rey observó y admiró todas las pinturas, pero solamente hubo dos que realmente le gustaron y tuvo que escoger entre ellas:
La primera era un lago muy tranquilo. Este lago era el espejo perfecto donde se reflejaban unas plácidas montañas que lo rodeaban. Sobre ellas, se encontraba un cielo muy azul con tenues nubes blancas. Todos los que miraron esta pintura pensaron que reflejaba la paz perfecta.
La segunda pintura también tenía montañas, pero eran escabrosas. Sobre ellas, había un cielo furioso del cual caía un impetuoso aguacero con rayos y truenos. Un espumoso torrente de agua parecía retumbar montaña abajo. Aquí, nada parecía pacífico.
Cuando el rey observó detenidamente, descubrió tras la torrencial cascada un delicado arbusto que crecía en una grieta de la roca; el arbolito tenía en una de sus ramas un nido. Allí, en medio del rugir de la violenta caída de agua, reposaba plácidamente un pajarito en su nido... La paz perfecta.
El rey escogió la segunda pintura y dijo: "Paz no significa estar en un lugar sin ruido, sin problemas, sin trabajo duro o sin dolor. Paz significa que, a pesar de estar en medio de las vicisitudes, seamos capaces de mantener la calma dentro de nuestro corazón. Este es el verdadero significado de la paz".